HOY QUIERO SER UNA MALA MUJER





Mientras escribo, una taza de café me acompaña con un cigarrillo encendido, tan sólo para descubrir que sí es cierto que esa combinación de nicotina, cafeína, música de fondo y una dosis de inspiración, producen mayor éxtasis a la hora de escribir y con eso, no sólo proyectar mis pensamientos, sino liberar mis emociones.

Hoy tengo pereza de salir a la calle y enfrentarme al voraz mundo que consume energías y sueños, incluso hasta los anhelos de los más “centrados”.

Hoy solo  tengo en mi mente esa sensación de que me  gustaría ser una mala mujer, creo que en la literatura hay demasiadas historias de mujeres sufridoras, víctimas de una sociedad opresora y de sus propias emociones inestables, víctimas de sus destinos y de sus maridos, santificadas por sus congojas, admirables por su aguante

Sí, sí , sí, sin duda alguna hoy yo quiero ser esa que hace sufrir y no la que sufre, yo prefiero ser la que ríe , porque me apetece reir más que llorar. Renuncio a mis más que merecidas alas (que juro habérmelas ganado), y las cambio por hacer lo que me de la real y santísima gana... 

Esa que en las películas se viste con ropa provocativa, esa que se pone zapatos de tacón que dan vertigo y que fuma descaradamente echando el humo en la cara de todos los que le ponen el corazón a sus pies, yo quiero ser esa que enloquece y domina, la que fué el pecado original en sí mismo, la que engaña y no la que es engañada.

Me gusta la imagen de esa mujer que calcula cada paso de su trayectoria y que pasa por encima de tanta cosas, amor, niños, hogar,a pesar de ser  duro y desafiante  dá una sensación de victoria egoista que pocas mujeres se atreven a saborear más que nada porque nosotras siempre ponemos por delante al otro, a la familia, a la sinceridad y lealtad.

Quiero ser mala un ratito, no comerme la cabeza con lo que es moral o ético, no pensar todo el rato en cómo complacer a los demás, no preocuparme de si la comida está buena y la casa está limpia, no ocuparme de los mayores, de los enfermos, de los más pequeños, no sentirme culpable por sentarme frente al televisor con una cerveza en la mano sin pensar en nada más.

Tengo ganas de decir lo que pienso realmente sin importarme la imagen que doy por ello, sin preocuparme de gustar siempre a los demás, quiero ser un poco cínica, un poco egoista, quiero hacer las cosas sin pensar en mañana ni en lo que va a pasar. Levantar la voz si fuera necesario sin pasar por una histérica o ser acusada de padecer el síndrome premenstrual.

Mala y provocativa, mala y superfeminista, mala y adultera, mala y arrivista, , mala y peleona, mala y ebria, mala y pendenciera, mala con avaricia, mala con mala intención, mala con alevosía, mala como no sabemos serlo nunca de tanto aprender a ser niñas buenas, mala con los demás y no conmigo misma como tenemos tendencia a hacer las féminas en general.

Mientras regresa mi mojigata conciencia, disfruto de mis momentos de lujuria y desenfreno y mis ganas inmensas de comerme uno a uno los incumplidos sueños, para darle paso a lo volátil de mi vida

Cristina Sanchez 


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