QUE IDIOTAS SON LOS HOMBRES





La primera conclusión que he llegado en el día de hoy es que no se puede negar que existan, siempre existieron y los idiotas siempre van a existir, como las cucarachas.

Lamentablemente todos nosotros tenemos un idiota cerca, yo suelo identificarlo como la persona que, sea cual sea la razón, va intentar arruinarme el día solo por deporte.

Este tipo de especímenes identificados como  idiotas tienen cierta capacidad para transportar sus genes a otros convirtiendo a otros en idiotas improductivos. Si a alguien le suena chocante la palabra lo siento, no conozco otra para definir a esta clase de ser, no obstante de lo que estoy segura es que, si ya con leer estas breves líneas se te vienen a la cabeza una o más personas, lo más probable es que hayas pasado por alguna de esas experiencias que te hacen reafirmar de que los hombres son idiotas y que es muy difícil lidiar con ellos.

El primer paso para lidiar con idiotas es: identificarlos



El idiota es negativo. Ante cualquier situación la respuesta será negativa, los problemas no tendrán solución, el mundo se acabará ante el primer obstáculo. Lo malo no es que sea negativo, sino que esto sea contagioso.   Explicado esto pondré un ejemplo para que le des la forma a este ser. Conversar con un hombre es tarea difícil porque parece que hablamos idiomas diferentes. Los hombres no son buenos conversadores.    Para conversar con una mujer, basta con cambiar impresiones. Para charlar con un hombre, hay que mantenerlo hablando de temas que les agrade, pero el problema es que si tu te pasas de algunas líneas de más para argumentar tu posición y tratar de resolver los problemas es que quieres discutir, ellos no le encuentran el sentido a que tu des tu opinión porque sienten que digas lo que digas lo estas atacando. Ellos hablan por dos motivos: para obtener información (¿Dónde está el azúcar?) o para disentir (¡El azúcar no va aquí!). Estar de acuerdo les parece aburrido. Si quieres saber por qué los hombres son el sexo opuesto, opina delante de ellos. Si una mujer quiere que un hombre converse, debe disentir con él. Si él dice: “Esa película fue una porquería”, uno debe decir: “A mí me gustó”, para mantener la conversación viva. Si uno dice: “Mira qué buen escaparate”, él dirá: “¡Ajá!”. Y si dices: “Me gusta ese jardín”, él dirá: “Mmmm”.
Pero si él dice: “Me gusta ese coche”, y uno dice: “Es una porquería”, él empezará a decirte que no sabes nada, que ese coche es lo máximo en tecnología automotriz porque tiene inyección turbo, dirección asistida, y bla, bla... Y tú lo habras logrado: ¡el hombre estará hablando!.

El idiota tiene imposibilidad para focalizar. Difícilmente se centre  en algo, siempre tendrá algún problema que le impida realizar cierta tarea en concreto o en su defecto encontrara alguna excusa para no hacerla.  Ejemplo de esto es: en la nevera sólo queda un limón enmohecido le pides el favor de que vaya a comprar y que por favor no se le olvide el pan, él se lanza a la calle a comprar todo lo que parece brillante, colorido y extravagante. Entonces llena el carrito con pasta de berenjenas, latas de frambuesas en almíbar, dátiles africanos y tubos de mostaza en aerosol, que luego no sabe cómo usar. Con el carro cargado de cosas inútiles, va a hacer la cola en la fila para diez artículos, lo que lo obliga a hacer cola en la fila donde se paga con tarjeta, lo que lo lleva a hacer una tercera cola en la caja definitiva, y cuando llega a casa se da cuenta de que los congelados se le derritieron y que se olvidó de comprar el pan.
En camino a comprar el pan, pasa por una tienda de artículos deportivos y no resiste a la tentación de comprarse una tabla de windsurf o una raqueta de tennis que usará sólo una vez, y mal. Una raqueta cuyo precio equivale a todo lo que su pareja viene ahorrando en tomates desde abril del año pasado, gracias a que caminó kilómetros buscando el mejor precio. Al salir de la tienda de artículos deportivos, la panadería ya habrá cerrado.

Y en casa habrá que cenar pasta de berenjenas y dátiles con mostaza, rociados con limón enmohecido. Y después está la otra clase de hombres, que haciéndose los distraídos “¿Cómo que no hay nada en la nevera?”, se enfurruñan y se van a dormir, para no tener que comprar nada. Con lo cual tú piensas en dejarlo. Pero no lo haces a sabiendas de que hay tan poca diferencia entre tu pareja y otro.

El idiota siempre busca defectos en otras personas. Su principal diversión del día será criticarlas, esto se debe lisa y llanamente a su carencia de vida propia, es por eso que la crítica a terceros es su herramienta para subsistir, es como una novela de la que él puede ser parte. Las mujeres podemos admitir errores y pedir disculpas. Los hombres prefieren creer que el mundo entero se equivoca y que ellos siempre tienen razón. Pongamos el ejemplo de la salida en pareja. Tenían planeado comer y pasear con amigos en el fin de semana. Al ver que él dice “ya voy” y no se levanta de la cama, tu empezaras a pelar unas patatas para el almuerzo. Al escuchar ruidos en la cocina, él mirará además un partido de cualquier cosa. Al escuchar la tele, tu abriras la tabla de planchar para adelantar cosas. Luego él se levantará hecho un energúmeno diciendo: “Llegamos tarde por culpa tuya, ¿cómo se te ocurre cocinar y planchar cuando teníamos que salir?”, y tú dices: “tú estabas mirando la televisión”. Él dirá: “Me puse a mirar la tele porque tú te pusiste a hacer otra cosa”. Tú dirás: “¡Claro, porque planchar me fascina y soy feliz pelando patatas!”. Él dirá: “Si te vas a poner así, mejor no salimos nada y sigo mirando la tele”. Y se pasará el día entero petrificado mirando una película en blanco y negro sobre unos zombis que invaden la tierra

Egoísmo. Son incapaces de ayudar en nada, pero tú si debes hacerlo como si fuera una obligación. Imaginemos que le pides ayuda a un hombre y que él te la da, pero sin ganas o del modo equivocado. Entonces suspiras y le dices: “Deja, no importa: lo hago sola”. ¿Sabes qué pasa? ¡El hombre se va al sofá a mirar la tele! Tú empiezas a pegar portazos de furia. Y él pregunta: “¿Ahora qué te pasa?”. Y tú le dices: “¡Si no te das cuenta, no vale la pena que te lo diga!”. Él dice: “¿Cómo voy a saber qué te pasa si no me lo dices?”. Tú le contestas: “¡Es que no te das cuenta de nada!”. Entonces él soluciona todo poniendo la tele muy fuerte y mirando dibujitos animados, mientras tú terminas haciendo todo lo que tenía que hacer él.
Pero ahora Imaginemos que quien necesita ayuda es él, y te llama para que le des una mano. Tú estás haciendo espaguetis y vigilando que no se queme la salsa al mismo tiempo que intentas pedir cita con el dentista, tres cosas que los hombres no hacen ni aunque los apunten con una pistola. Pero él, ignorando que estás ocupada, además exige que lo ayudes arrastrando un piano, por ejemplo. Entonces se enfurece porque no vienes ya, y porque debe esperar que antes bajes el fuego y te laves las manos llenas de masa pegoteada.
Pero cuando llegas al piano, te hace esperar diez minutos mientras él acomoda un trapo bajo el ángulo, para que no se raye el piso. Pero cuando te cansas de esperar y vuelves a la cocina, él dice: “¿Qué haces? ¡Ven aquí que me tienes que ayudar!”. Así diez veces, tú yendo y viniendo de la salsa al piano y del piano a la salsa.

Luego te explica, ya impaciente y malhumorado, cómo quiere que empujes el piano, quejándose e insultando como un borracho loco con cada milímetro que mueves el piano en una dirección errónea. Ambos termináis con dedos machucados y pies aplastados, en medio de una riña infernal en la que él no dijo “gracias” ni una vez porque para lo único que tú serviste, según él, fue para estropearlo todo. Agradeces que el piano es muy pesado como para tirárselo por la cabeza al hombre. Y que no se le puede poner cicuta a los espaguetis, porque tal vez los pruebes tú.

Conclusión: Si tu pareja te dice: - Cariño, ¿puedes darme una mano con el piano? Respóndele: - ¡Que te ayude tu abuela!. Y te ahorras 23 pasos de pura discordia inútil.

El idiota es contagioso: Y este es el punto más importante de todos. Ser un idiota es contagioso, si te rodeas de idiotas probablemente termines siendo uno, lo mismo pasa en el caso contrario. Es importante alejarse de ellos, como si fueran una peste, suena feo, pero es verdad, los idiotas contagian su nefasta mediocridad, ellos no quieren gente exitosa, esas personas los hacen sentir mal, ellos prefieren a otros mediocres como ellos que les permitan ver que ser así está bien, que no se puede ser mejor.

Luego existe una interesante variedad de todo tipo de idiotas, pero en base a mi experiencia puedo destacar a estos como los más comunes, de seguro podrás encontrar otro tipo de idiotas, no obstante la manera de lidiar con ellos será prácticamente la misma.

Segundo paso: Mentalizarse




Ya lo dije en un principio: los idiotas en general son crónicos; conozco muy pocos casos de idiotas que se transformaron en personas productivas, no digo que sea imposible, pero la verdad, en mi experiencia, la mayoría de las personas con las características que mencioné arriba no cambian.
Es necesario mentalizarse en eso, es una buena forma de comenzar a alejarse de ellos y evitar que esta mediocridad nos contagie, cuando uno conoce a estas personas difícilmente las tenga en cuenta para pedir un consejo, para buscar apoyo, en pocas palabras, uno nunca contará con ellas absolutamente para nada.

Tercer paso y último: La vacuna

Los idiotas no van a desaparecer, los encontramos en el trabajo, en la calle, en la familia, en absolutamente todo lugar en donde, como personas, uno busca superarse día a día. Es por eso que uno debe aplicarse una vacuna para saber lidiar con ellos, no se pueden eliminar, no se pueden quitar de nuestras vidas, solo podemos conocerlos y evitar que alguna de sus características se nos pegue. Aquí van mis consejos:

Ignorarlos. El idiota suele manejarse sigilosamente entre nosotros, con sus palabras intentan que seamos como ellos. Es por eso que probablemente ignorarlos sea un excelente método. Rápidamente ellos detectan este tipo de protección y huirán, buscando futuras víctimas.

No llevarles la contraria. En cierta época de mi vida opte por discutir, no sirve de nada, ellos ganan, quieren que perdamos nuestro tiempo y nuestra paciencia. Lo mejor es decirles que si (como a los locos) y centrarnos en nuestras cosas, a los idiotas hay que darles la misma importancia que a una publicidad de pastillas para las hemorroides a las 3 y media de la mañana.

No dejar que nos afecten. El idiota tiene una gran capacidad para atacar distintos flancos, es por eso que probablemente en algún momento nos toque en algún lugar que nos duela, y es ahí donde podemos llegar a tambalear. No hay que dudar, dejar entrar a una persona con estas características en nuestras vidas será un error que pagaremos caro.

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