CUANDO LA DESIDIA GANA UN LUGAR PREPONDERANTE ENTRE LAS SÁBANAS
De
la lista de agentes tóxicos para la autoestima de las personas, ninguno es tan
nocivo como la insatisfacción sexual.
Y con esto no me refiero solamente a las
dificultades que algunos experimentan para completar una faena amorosa con un
orgasmo estelar. Ese es otro problema.
Les
hablo de la desatención a la que ellos o ellas someten a veces a sus parejas en
la cama. Créanme: eso acaba con lo que sea. Por experiencia les digo que no hay
nada que quebrante más el ánimo de un hombre o de una mujer que ese descuido.
¿Para
qué decirse mentiras? La sal de las relaciones de pareja proviene de esa
deliciosa complicidad que se alcanza en la intimidad, del calor que el otro
logra despertarnos bajo las sábanas con el simple roce de sus dedos, de la
seguridad que nos da sentirnos deseados por otra persona.
Cuando
la pareja pasa de inventar disculpas en el trabajo para correr a abrazarnos en
la cama a llegar tarde a casa, saludar primero al mando del televisor y darnos
palmaditas de consuelo mientras se voltea para entregarse a los ronquidos, es
claro que esa relación está en riesgo. Y no estoy exagerando.
En
el mejor de los casos el abandonado se resentirá, algunas personas optan
por no decir nada para no empeorar las
cosas; eso sí, harán lo posible por
reconquistar el espacio perdido en la cama, echando mano de lo que sea: desde
cenas románticas y actitudes sugerentes hasta los socorridos juguetes sexuales.
¡Todo se vale!
En
el peor, y muy común de los escenarios, la pareja empezará a dudar. ¿Por qué ya
no le gusto? ¿Será culpa mía? Y la típica: ¿se estará acostando con otra
persona? Mejor dicho, de ahí a sentirse traicionado no hay sino un paso.
En
este estado de cosas nada parece lograr que la autoestima se mantenga tan
arriba como siempre; es más, a duras penas puede uno arrancarla del andén. Ni
el éxito profesional, ni los cumplidos de los otros, ni el más exitoso libro de
autoayuda consiguen aliviar la desazón.
Si
todavía no se ha tirado la toalla, el camino que queda es reaccionar y actuar,
la insatisfacción sexual afecta negativamente la percepción del otro y de la
relación como un todo. La falta de sexo por periodos largos se ha
correlacionado con disminución de la satisfacción personal y mutua, con
desánimo y apatía en la comunicación, con rutina, aburrimiento, inercia y
desinterés. En la mayoría de las parejas sexualmente insatisfechas, la vida se
vuelve complicada y los problemas sexuales repercuten en otros planos,
manifestándose en des comunicación, reproches y malestar emocional, entre
otras.
Por
otra parte, la satisfacción sexual ayuda a mantener la ilusión, gatilla el
mecanismo de acercamiento, de disfrute, crecimiento y erotismo; en otras
palabras, es un importante factor motivacional y lúdico que contribuye a tener
ganas de resolver dificultades que se tengan en otras áreas, aclarando que no
se debe caer en creer que los problemas de convivencia puedan solucionarse a
través del sexo o que la mayoría de las desavenencias se deban al sexo.
Por
eso es importante avivar ese deseo en la pareja porque si no el final está escrito: el aburrimiento sexual
lleva a la búsqueda de aventuras o a la separación.
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